A primera vista, se diría que a Dick y Jane Harper no les pueden ir mejor las cosas. Felizmente casados, con un hijito adorable, él tiene un puesto ejecutivo en la importante empresa Globodyne, pues acaba de ser promocionado como vicepresidente de la compañía. Es la ocasión de que Jane deje de trabajar y se dedique con más tiempo a cuidar a la familia, y su estupendo hogar. Pero de la noche a la mañana Globodyne 'pincha'. La empresa entra en bancarrota, los grandes jefes se han preparado sus 'fondos de reptiles', y el caso es que Dick se encuentra con una mano delante y otra detrás. Los Harper vivirán primero de los ahorros, y luego venderán sus propiedades, y tendrán que aceptar trabajos poco menos que indignos. La situación se vuelve tan precaria, que al fin deciden convertirse en auténticos ladrones: no al modo de sus jefes, sino disfrazados y asaltando bancos. Divertida comedia, que actualiza el viejo film de 1977 Roba sin mirar a quién, con Jim Carrey y Téa Leoni sustituyendo a los originales George Segal y Jane Fonda. Con un marco contemporáneo de escándalo al estilo del caso Enron, el film contiene un buen puñado de gags sencillamente hilarantes, a cuento de esta sociedad 'de plástico' que nos hemos construido, donde la felicidad se identifica con la posesión de bienes, y no con el esfuerzo de ser mejores personas. Bromas en torno a la idea de guardar las apariencias, o a la torpeza con que abordan su carrera criminal (un poco al estilo de Granujas de medio pelo, de Woody Allen), las borda la pareja protagonista. De Carrey es bien conocido su talento para la comedia, mientras que Leoni continúa exhibiendo la gracia mostrada en Flirteando con el desastre y Un final made in Hollywood.
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